Malos tiempos aquellos en los que hay que reivindicar lo obvio. Malos tiempos aquellos en que no solo hay que reivindicar lo claro y diáfano a viva voz y por escrito, sino que para que a uno le hagan caso, además de no poca dosis de estoicismo, hay que acabar yendo a los tribunales a dirimir el asunto.
Me refiero al asunto de la neutralidad de los espacios públicos. Sí, esos espacios que son de todos, es decir, no pertenecen a ningún privado sino a la colectividad. Y por este mismo motivo no pueden ser usados con fines partidistas que solo representan a una parte de la ciudadanía.
Para ser más explícito tuvimos, desde el grupo municipal de Ciutadans, que acabar yendo a los juzgados para reclamar que se retirase de la fachada del ayuntamiento de Sant Cugat una determinada pancarta gigantesca. Aquella que hacía referencia a los políticos que entraron en prisión a raíz del denominado “procés” y los actos delictivos que se produjeron y que son harto conocidos por todos.
Finalmente, la justicia nos vuelve a dar la razón. Ya lo había hecho con anterioridad y ahora vuelve a hacerlo desestimando el recurso que había presentado el ayuntamiento y condenando a este, además, al pago de las costas procesales.
Independientemente, conviene recordar los otros costes derivados de todo este embrollo y que hemos pagados entre todos los vecinos del municipio: la contratación de letrado por parte del ayuntamiento, así como el uso de personal, grúa, etcétera, para la instalación en su día de la dichosa pancarta. Todo ello sufragado con dinero público, evidentemente.
Mucho me temo que, hasta que la sentencia sea firme, más dinero del contribuyente terminará siendo malgastado para tratar, por parte del ayuntamiento, de defender lo indefendible.
Y es que, lo repito de nuevo, resulta obvio que los espacios públicos son de todos y por lo tanto deben permanecer neutrales. Algo tan claro como el agua que rodea Groenlandia.
Sergio Blázquez (@SergioBlazquezA) es regidor del Grupo Municipal de Cs en Sant Cugat