La finalidad de esta iniciativa, por parte del equipo de gobierno, era mejorar la calidad del aire de la zona, aligerar el tráfico rodado y, de paso, aprovechar la suculenta subvención de la administración metropolitana.
Creo que poca gente no considera que el proyecto esté mal enfocado porque, de ejecutarse tal y como se presentó en la comisión de movilidad, los embotellamientos provocados en hora punta serán de todo menos ecológicos: un coche en un atasco contamina mucho más que uno en movimiento.
La excusa de la creación de un paso seguro para bicicletas y viandantes no es suficiente. Cualquiera que conozca la zona sabe que hay dos caminos ‘verdes’ que llevan desde el núcleo urbano hasta la plaza del Eroski pasando por el Parc Central, Can Mates hasta Las Carpas, o la alternativa del Volpelleres y Avda. Europa. Unos 13 minutos en bicicleta son los que separan la estación de FFCC y El Centro Comercial. 13 minutos por un camino seguro y en un entorno inmejorable.
Desde Cs creemos irresponsable hacer una acción de cierre del principal punto de entrada y salida de la ciudad para miles, decenas de miles de conductores, que entran y salen diariamente de la ciudad por los accesos de la C-16. Prueba de estas acciones mal dimensionadas del equipo de gobierno son las modificaciones de la Avda. de Can Graells y la Avda. Alcalde Barnils que tanta polvareda han levantado entre los vecinos de Sant Domènech y entre las personas que cada día acceden a colegios y empresas del polígono Can Sant Joan.
En el último pleno municipal solicitamos directamente a los responsables del proyecto que, durante una semana, simularan empíricamente el corte de la plaza con una barrera móvil, de manera que se pudiera comprobar la viabilidad del corte de la plaza. Nuestra propuesta fue rechazada en el plenario por la totalidad de partidos representados en el mismo.
Las consecuencias de este grave error de cálculo en la movilidad municipal las tendremos en breve (el proyecto empezará antes de final de año) y, vaticinamos, que supondrá un coste adicional a las arcas municipales para, igual que en decenas de proyectos anteriores en Sant Cugat, poner remedio a una mala planificación.
Me decía siempre un profesor que los proyectos mal planificados cuestan siempre el doble de esfuerzo que los que requieren más tiempo de preparación y ajuste, porque, si no están bien concretados, estaremos obligados a repetirlos.
Éste va por el camino de ser un ejemplo más de despilfarro del dinero público en nuestra ciudad.