Diez personas se suicidan de promedio cada día en España. Es un dato frío, estadístico, terrible, que retumba como un eco infinito en el pensamiento cuando intentamos darle una dimensión tangible. Diez personas, cada día, todos los días del año, es terrible.
Una cifra que lejos de reducirse aumenta, y que supone la primera causa de muerte violenta, por delante incluso de la de los accidentes de tráfico.
Una realidad estremecedora, a la que a menudo le damos la espalda, como no queriendo reconocer su omnipresente amenaza, aunque muy probablemente todos conozcamos casos cercanos, y periódicamente veamos en los medios de comunicación noticias que veladamente dejan entrever la cercanía de este drama.
Tradicionalmente, se ha tratado el suicidio como un tema tabú, lo que parte explica la poca atención que se le ha prestado a este problema, a menudo difuminado o diluido en las estadísticas de fallecimientos.
Esta circunstancia ha convertido al suicidio en uno de los eternos temas olvidado por las Administraciones. Si comparamos el esfuerzo comunicativo y preventivo que se ha hecho, por ejemplo, en el caso de los accidentes de tráfico, respecto al que se ha hecho con el tema del suicidio, vemos que el esfuerzo no es proporcional al impacto social que tienen uno y otro.
Tratar el tema del suicidio no es fácil, ya que en él intervienen muchos factores, pero no por ello debemos ni podemos quedarnos indiferentes ante esta realidad.
Desde Cs Sant Cugat impulsamos el año pasado una moción para intentar ayudar en la prevención del suicidio. Lejos de querer dar solución a un tema tan complejo y con tantas facetas como este, lo que pretendíamos era contribuir a la sensibilización general y a promover una mayor implicación por parte de nuestra administración municipal.
Todas las fuerzas políticas dieron su apoyo, y es que en temas tan transversales como este creo que es un deber de todos los representantes políticos dejar de lado confrontaciones ideológicas y buscar puntos de consenso que permitan desarrollar iniciativas que cuenten con el máximo respaldo. Y este tiene que ser uno de esos casos.
Por su cercanía a la ciudadanía, las administraciones locales pueden y deben emplear los recursos que tienen a su disposición para ayudar en la detección y contribuir, con ello, a la prevención de las conductas suicidas.
Y no solo esto, con una voluntad política clara se pueden buscar recursos y ayudas adicionales en otras Administraciones, de manera que sumando los esfuerzos de todos se puedan aportar soluciones a la altura del reto planteado.
El suicidio es un enemigo en la sombra muy fuerte, al que probablemente no podremos derrotar nunca de forma absoluta, pero si entre todos conseguimos aumentar y concentrar los esfuerzos adecuados, podremos debilitarlo en gran medida.
Y es que hablando del suicidio cada pequeño paso que demos es una gran victoria.
José Miguel García (@DGarcia_MJ), es vocal de Cs en la EMD de Valldoreix