Quisiera iniciar el artículo citando a El Gaucho Martín Fierro “Los hermanos sean unidos, porque esa sea la ley primera, tengan unión verdadera en cualquier tiempo que sea, porqué si entre ellos pelean, los devoran los de fuera”.
Vivimos en un país verdaderamente siniestro, se nos prohíbe fumar en los lugares públicos, o se nos multa por rotular letreros en un idioma poco aceptado por algunos, pero no obstante desde algunas entidades gubernamentales incitan a la división y discriminación ideológica, con fines de dudosa fraternidad.
España se desangra, decía el cardenal Cañizares, pues yo le digo al señor cardenal, que quién se desangra es nuestra muy amada tierra, Cataluña, lugar de trabajo y de gente honrada.
Me derrumbo porque no puedo concebir ni admitir que la tierra de nuestros padres y abuelos, gente que ha trabajado muy duro para darnos un porvenir mejor esté siendo fracturada como si de un hueso osteoporósico se tratase.
En la nueva Cataluña se ha establecido una regla que es la del hacer callar a aquel que no opine igual, porque no hay nada peor que ser un fascista y no saberlo, apreciar o diferir sobre ciertos temas y que se te tiren encima cual jauría de hienas diciendo y afirmando que son los oprimidos y/o discriminados.
Pues somos muchos los que nos preguntamos una y otra vez ¿Dónde está el respeto, la libertad de expresión y de acción cuándo crees que el camino para lograr las cosas y objetivos no se basa en la desobediencia ni civil ni democrática?
Me viene frecuentemente a la mente el recuerdo de aquello aprendido y leído con total -normalidad- en los años escolares, un libro que narraba la historia de un hidalgo castellano, que enloquecía al leer un sinfín de novelas caballerescas, seguramente estimado lector sabrás de qué libro estoy hablando, se trata de un clásico literario, ‘Don Quijote de la Mancha’.
-Y corrigiendo al maestro Cervantes- “En un lugar de Cataluña, de cuyo nombre no quiero acordarme vivía un personaje de los de armas tomar, partido con dinero y quimeras en el bolsillo, siempre acompañado de su muy fiel escudero, llamado Sancho-Panza, que en busca de fama y prestigio se arrima a la sombra que proporciona el hidalgo, éste último que no busca más que complacer a una bella dama, llamada Dulcinea del Toboso, quiere dedicarle todas y cada una de sus “victorias” como prenda de su amor, pronto descubrirá el preciado hidalgo que su sueño no es más que algo sencillamente utópico y desmedido, y que tanto su escudero como su amor platónico no son más que un espejismo de su delirio”.
Quisiera en última instancia constatar mi desacuerdo total con dos posturas sobre el asunto que aturde nuestra sociedad y nuestra era, que son el intento de fracturar la sociedad catalana y el inmovilismo de algunos.
Y corrigiendo la cita de Don Quijote de la Mancha de “Amigo Sancho, con la Iglesia hemos topado” yo le quisiera decir al hidalgo y su escudero “Amigos, con las urnas habéis topado”.
Javier Paulo Rodríguez es miembro de la Agrupación de C’s Sant Cugat
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