Exactamente así, como a un Cristo dos pistolas, es como le sentaría a nuestra ciudad el que se llevase a cabo el proyecto de Ragull Centre que el equipo de gobierno, formado por ERC, PSC y CUP, pretende llevar a cabo.
Perplejidad. Esa es la palabra para definir el sentimiento con el que nuestro partido ha acogido tan singular decisión de construir dos edificios de once plantas cada uno, a caballo entre Sant Francesc y Can Magí, que rompería la fisonomía de nuestra ciudad provocando un daño sin duda irreparable.
Sant Cugat no es Sabadell, ni es Terrassa. Tampoco es Nueva York. No somos por supuesto ni mejores ni peores. ¡Faltaría más! Simplemente, es una ciudad diferente que en las últimas décadas ha sabido preservar su encaje lindante a Collserola al tiempo que ha apostado por un crecimiento no vertical de la ciudad. Un modelo urbanístico que, tengo por seguro, gusta a la inmensa mayoría de sus vecinos.
De aquí nuestra monumental sorpresa. ¿A quién se le ha ocurrido semejante pifia urbanística? ¿Es el urbanismo soviético la fuente de inspiración del equipo de gobierno? ¿No les gusta Sant Cugat? ¿Y si les gusta, por qué pretenden hacerle tal destrozo?
Ah, y por favor que no se crea nadie, ni por un momento, que este proyecto se trata de algo excepcional. Una vez abierta la veda, los propietarios de suelo industrial van a hacer cola delante del ayuntamiento para recalificar sus terrenos, llevarse un buen pellizco y la actividad industrial a otra parte. Y entonces veremos, para nuestra desgracia, como los edificios de proporciones homéricas crecerán como setas en los entornos del, hasta hoy, polígono industrial de Can Magí.
Ya lo ven, el tripartito de izquierdas nos ha salido rana.
Sergio Blázquez (@SergioBlazquezA) es regidor del Grupo Municipal de Cs en Sant Cugat