Que los Consejos de Barrio no son una prioridad para el equipo de gobierno está claro desde el momento que dejaron en manos de la CUP la regiduría de Participación. Ya desde el primer momento de su constitución, bien arrancado el mandato, quedó clara la voluntad de restarles protagonismo y capacidad de decisión, y convertirlos en meros instrumentos a su servicio a través de fórmulas de participación teledirigidas.

Los resultados han sido claros y decepcionantes: desconexión de las entidades y de los vecinos con la dinámica de los Consejos de Barrio, desinterés por la actividad municipal de proximidad en los proyectos e iniciativas que les afectan y poca participación en los procesos participativos.

Una lástima, porque aunque eran necesarias ciertas mejoras, los Consejos de Barrios gozaban de razonable buena salud antes de la irrupción de las políticas “participativas” del tripartito de izquierda. Si algo funciona, no lo toques, recomienda el dicho popular, por algo será.

Tampoco ha hecho mucho para ayudar en este sentido la reestructuración de los Presupuestos participativos. Se ha reducido su periodicidad de anual a bianual, por lo que entre el retraso en la constitución de los Consejos de Barrio y el freno natural que supone para los proyectos el periodo electoral al finalizar cada mandato, nos encontramos que en este mandato en lugar de ejecutar tres ciclos de presupuestos anuales y dejar arrancado el cuarto, a duras penas vamos a tener un ciclo de presupuestos y va a quedar a medias el siguiente como herencia para el próximo equipo de gobierno.

Además, se ha reducido casi a la mitad el importe dedicado a los mismos, por “acumulación de trabajo” como confiesan los responsables, y con el nuevo límite de importe asignado a los proyectos (no pueden superar los 50.000 €) han quedado limitados a actuaciones “menores” de poco impacto en el barrio.

Ahora, con los Consejos de Barrio medio desmantelados, el problema está sobre la mesa, y, mientras miran hacia otro lado como si los causantes no fueran ellos, el equipo de gobierno amenaza con una modificación del Reglamento que ordena el funcionamiento de los Consejos de Barrio. Donde no había un problema lo han creado y ahora vendrán a vendernos las bondades de su solución.

Pero por si las desgracias no vinieran solas, sutilmente han dejado ya entrever la propuesta de que este Reglamento tendría una versión “específica” y con más amplias competencias para La Floresta, bajo la fórmula de un “Consell del Poble”, una fórmula, que entre otras de las demandas planteadas, exige que este modelo participativo sea “exclusivo para la Floresta”, como si los demás barrios no tuviesen sus propias y fuertes identidades y sus necesidades y problemas específicos.

Mal vamos si empezamos a crear diferencias entre Consejos de Barrio, creando Consejos de primera y Consejos de segunda, y aplicando soluciones “a la carta”.

Yo me lo guiso, yo me lo como, creo un problema y ahora me erijo en salvador proponiendo supuestas soluciones interesadas. Señores del tripartito, el tema no funciona así, con esta forma de gestionar los Consejos de Barrio han pisoteado el trabajo y las ilusiones que muchos vecinos y entidades han dedicado a sus barrios trabajando a través de los Consejos de Barrio.

José Miguel García (@DGarcia_MJ), es vocal de Cs en la EMD de Valldoreix