La navidad llega y muchos no sabemos qué sentir. Combaten corazón y cabeza. Carpe diem vs responsabilidad, esa losa que arrastramos y que impide nuestros movimientos, nuestros viajes, nuestros abrazos, aquella libertad que antes no saboreábamos como manjar divino.

Pero aquí losas ya ha habido demasiadas. Las de todas las tumbas de nuestros muertos que no deberían haber sido. Las de miles y miles de personas que ya no celebrarán estas fiestas con los suyos. Y esas losas pesan sobre los cuerpos de los vivos , esos amantes, amigos, hermanos, hijos … que se han quedado rotos, desamparados, vacíos. 

Ese es el dolor que tenemos que tener presente cuando la sonrisa y el instante mágico de la comunicación nos hagan perder la cabeza y saltarnos las normas que salvan vidas. Solamente podemos honrar a nuestros muertos impidiendo que, de nuestros actos, nazca más desgracia. Porque todos los que se fueron son nuestros. 

Entender que como sociedad debemos cubrir de empatía a todas las víctimas de la pandemia en un inmenso e invisible abrazo que conforte debería ser la obligación y devoción de todos aquellos que solo por azar estamos vivos. No lo olvidemos. Las palabras se las lleva el viento pero sirvan estas para recordar que cuidar es la clave de un mundo feliz.

Munia Fernández-Jordán (@muniafj), es concejal de Ciutadans en el Ayuntamiento de Sant Cugat