Llegará la primavera de 2020 y seguiremos sin presupuestos. No será, a priori, hasta el pleno de abril de este año y pasada ya la Semana Santa que el pleno del ayuntamiento de Sant Cugat contará con unos Presupuestos definitivos. Es decir, con cuatro meses de retraso. 

Francamente, y teniendo en cuenta que el tripartito que nos gobierna cuenta con los votos necesarios para aprobar los susodichos presupuestos, no veo el sentido en la demora. En alguna ocasión me ha parecido escuchar que ha sido mucho el trabajo previo de los recién llegados por ordenar La Casa y procurar regularizar lo que obraba con irregularidad. En todo caso me ha parecido una simple excusa: no veo que presentar y aprobar unos presupuestos sea excluyente con crear métodos de trabajo más productivos y acordes a las leyes dentro del ayuntamiento. Hay tiempo y personal para todo ello. Sobre todo personal.

A día de hoy, no he visto ni una sola línea de los futuros presupuestos y tanto hermetismo me da que pensar que en el fondo, al gobierno de la señora Ingla, parece que le tiemblen las piernas, temeroso de que caiga la espada de Damocles y que la ciudadanía se de cuenta de que lo que vendía no era sino humo.

Y tengo para mí que no debo ser yo el único malpensado o despistado de Sant Cugat. Recientemente el Observatori Sociològic de l’ Ajuntament ha revelado que la nota que los ciudadanos ponen tanto a nuestra actual alcaldesa como al equipo de gobierno (5,4) es la más baja desde que se toman registros de este tipo, es decir 14 años. Un dato, ciertamente, preocupante. 

Sergio Blázquez (@SergioBlazquezA) es regidor del Grupo Municipal de Cs en Sant Cugat