No parece que las primeras improvisadas medidas tomadas por el ejecutivo de Sánchez vayan encaminadas a controlar el déficit público, más bien al contrario.Hace escasamente un mes, Pierre Moscovici, comisario europeo de Asuntos Económicos, advertía a España que debía mantener el esfuerzo de reducción del déficit. La Comisión daba esta alerta junto a la previsión del déficit para 2018, un 2,6% y de un 1,9% en 2019, cifras que se alcanzarían gracias a las mejoras en las previsiones de crecimiento de la economía española.
Desde esas declaraciones, se han conocido datos preocupantes sobre la posible evolución de la economía española, la inflación en el pasado mes de mayo terminó cerrando con un incremento de la inflación interanual del 2,05%. La causa, el impacto del aumento del precio de la energía.
A la vez, el otro gran impulsor de la economía española y europea, la política monetaria expansiva del Banco Central Europeo, ha dado las primeras señales de su finalización. El movimiento se iniciará primero con el fin del programa de compra de deuda y continuará con aumentos progresivos de los tipos de interés. Recientes declaraciones de Draghi parecen indicar que el movimiento alcista de tipos será lento y progresivo y que, en todo caso, se iniciará a partir de otoño del próximo año.
Los datos son preocupantes porqué inciden en los vientos de cola que aprovechó el anterior ejecutivo de Rajoy para impulsar la economía española que, si bien es cierto que determinadas políticas internas ayudaron, no es menos cierto que los principales impulsores de la actual recuperación económica podemos resumirlos en tres: tipos de interés cero, precios de la energía bajos y una coyuntura internacional que propició una importante entrada de divisas procedentes del turismo.
Podemos discutir si el incremento en el precio del petróleo es coyuntural y obedece exclusivamente a este nuevo tipo de riesgo que se ha adueñado de los mercados ‘el riesgo de tweet’ (sobre todo si procede de Trump), pero parece evidente que en un contexto de crecimiento generalizado no hay demasiadas expectativas de que cedan en su presión alcista. La política monetaria incluso es correcta dados los evidentes signos de inflación que ya empiezan a asomar en nuestra economía. Por otra parte, la mejora de la situación en los países competidores en el sector turístico, a la que se suma una pérdida evidente de competitividad vía aumento de precios, puede provocar que los datos de ingresos ya no sean de récord como ha venido siendo habitual en los últimos años.
Así pues, no parece demasiado acertado iniciar una improvisada política de gasto.
Podemos enfrentarnos, pues, a una tormenta perfecta, un aumento del gasto público justo cuando aparecen los primeros nubarrones en el cielo de la economía. Es en este momento cuando los gobiernos deben acumular ?mochilas? para cuando las cifras de crecimiento no sean tan favorables, cuando los tipos de interés empiecen a subir y veamos que, como no hemos reducido nuestra deuda, los intereses empiecen a comerse todo el presupuesto. Esa historia ya la hemos vivido y no nos fue bien.
Martí Pachamé es miembro de la agrupación de Ciutadans (Cs) Sant Cugat
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