Uno de los problemas que presentan las decisiones políticas es su retardo en el tiempo. Se toman decisiones hoy que tienen su efecto semanas, meses o incluso años más tarde.
Es bien conocido como actúan en políticas monetarias y fiscales y son una preocupación constante para toda suerte de políticos. Existe una cierta tentación para que se ajusten el calendario electoral y que el efecto de las medidas económicas que se hayan tomado pueda ser aprovechado como reclamo electoral. Actuando de este modo, el plazo máximo que suele tener una decisión de este tipo es de cuatro años. Cuatro años acostumbra a ser el concepto de largo plazo para muchos políticos.
El problema de este tipo de decisiones es que no todos los problemas se solucionan con mediadas a corto y medio plazo y lo que se consigue es que los llamados problemas ‘estructurales’ acaben enquistados.
España es un buen ejemplo de país donde se practica este tipo de política cortoplacista, sobre todo debido a que no ha habido hasta ahora una alternativa que ponga por encima de los intereses de partido los intereses nacionales. La salvaguarda de los intereses nacionales debería pasar, por lo tanto, por el pacto entre las fuerzas políticas para establecer medidas que abarquen más de una legislatura, medidas que deben abarcar desde la educación, el modelo productivo, energético y social (pensiones, sanidad) que pretendemos conseguir.
Hay que hacerlo además con rigor y sin caer en propuestas demagógicas y populistas, es decir, conociendo nuestras capacidades y nuestros límites. Parte del gran problema del endeudamiento actual proviene de unos recursos públicos malgastados cuando la economía se sustentaba en el modelo del ‘ladrillo’.
Actualmente nuestra comunidad autónoma carece de gobierno y no será porque no haya alternativas dentro de la ley, pero el hecho evidente es que las medidas que se deberían estar tomando, no ya ahora sino desde hace meses o incluso años, y que deberían ser fruto del consenso más amplio, no se están tomando. Eso nos lleva a más retrasos y a una exposición a riesgos aun mayores que los actuales. La economía es cíclica y tras periodos más o menos favorables, vendrán, sin duda, otros todavía peores.
Si no nos preparamos ahora, si continuamos perdiendo el tiempo, la próxima recesión podría ser incluso peor que la que hemos vivido recientemente.
Martí Pachamé és membre de l’agrupació de Ciutadans (Cs) Sant Cugat
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