El padre de la economía moderna, Adam Smith, era muy reacio a la utilización del endeudamiento, como forma de financiación. Lo mismo, creo, opinaban la inmensa mayoría de nuestras madres o abuelas, criadas en épocas de vacas flacas y auténticas expertas en la optimización de los recursos. No estirar más el brazo que la manga siempre ha sido una máxima a tener en cuenta.

En los tiempos actuales, sin embargo, parece ser que algunos partidos han olvidado algunos de estos principios básicos a la hora de gobernarnos. Sirva como ejemplo la decisión firme del equipo de gobierno de llevar a cabo durante este mandato, y el siguiente, la construcción de la nueva biblioteca central. Un proyecto faraónico valorado aproximadamente en nueve millones de euros y que desde Ciutadans ya percibíamos desde el principio, no obedecía a una demanda ciudadana real.

Sin embargo, ya lo decían numerosos filósofos griegos, los sentidos nos engañan y nada mejor para salir de dudas que realizar un estudio de opinión al respecto vara verificar si estábamos en lo cierto, o no. Por lo tanto, en el mes de febrero del presente año llevamos a cabo una encuesta que arroja los siguientes datos y que presentamos en el día de ayer a la prensa: un 82% de los vecinos de nuestro municipio no considera el proyecto de la biblioteca central como prioritario, mientras que por el contrario un 18% sí considera que lo es.

La amplia mayoría de ciudadanos de Sant Cugat, contrariamente a lo que opina la antigua Convergencia, es de la opinión de que hay muchos otros problemas que deben resolverse antes y a los que la coalición PDeCAT-PSC no tiene la intención de dar solución. En primer lugar, preocupa el encarecimiento de la vivienda en nuestra ciudad, ya sea de propiedad o de alquiler. Mucho me temo que se va a acentuar todavía más en estos años la expulsión de jóvenes, y no tan jóvenes, de nuestro municipio. El más que probable encarecimiento del IBI en los próximos años no va a hacer sino empeorar la situación. La escasa actividad de Promusa, especialmente en alquiler social, no hace sino debilitar la oferta y, por consiguiente, resultar inane como contrapeso u opción alternativa.

Otras demandas ciudadanas reales, prioritarias y palpables son la mejora de la educación. La Generalitat, ya lo sabemos por desgracia, está enfrascada y ocupada solo en el monotema independentista. Así que mucho nos tememos que una parte del dinero para la construcción de la duodécima escuela pública tendrá que salir, de entrada, del presupuesto municipal.

Para finalizar, existe desde hace muchos años el compromiso, casi atávico, de que Sant Cugat pase a formar parte de la zona 1 de los Ferrocarrils de la Generalitat. La operación podría tener un coste de entre seis y siete millones de euros anuales, según ha anunciado el propio equipo de gobierno.

Es decir, podemos asegurar por todo lo que acabamos de exponer, amén de otras circunstancias que por la brevedad del artículo prefiero dejar en el tintero, que el presupuesto de 2018 va a aumentar de forma muy considerable respecto al actual ejercicio y va a alcanzar magnitudes casi homéricas.

Ante este escenario el equipo de gobierno tiene dos opciones: una de ellas es aumentar exageradamente el IBI para un municipio como el nuestro que ya paga una salvajada por este concepto. La segunda, muy poco halagüeña también, sería endeudarnos de forma dramática hipotecando a la generación futura y dejándoles sin margen de maniobra.

Ante esta complicada dicotomía, no estaría de más aparcar el proyecto de la biblioteca central. Un lujo que a día de hoy muy pocos reclaman y que difícilmente nos podemos permitir.

Sergio Blázquez (@SergoioBlazquezA) és regidor del Grup Municipal de C’s a Sant Cugat

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