foto sergio colorExiste una práctica que se sigue desde hace unos años en las retransmisiones televisivas futbolísticas, y que consiste en no enfocar al exhibicionista energúmeno que sale en pelota picada a corretear por el terreno de juego. Esta medida, del todo acertada, seguro que frustra al pobre diablo que se ha lanzado al ruedo, negándole un protagonismo que, por supuesto, ni tiene ni merece.

Sin embargo, esta fórmula resulta en nuestros días más bien una excepción. En un mundo donde las redes sociales y las nuevas tecnologías tienen cada vez mayor protagonismo, y tal y como apunta con mucho tino el escritor argentino Hernán Casciari: “antes de esta época confusa al tonto analógico lo descubrías muy pronto y te podías alejar de él, pero ahora en internet hay miles, millones de tontos, y aunque, por suerte, muchos de ellos han formado comunidades cerradas, otros necesitan sentirse únicos y son muy pesados, agresivos y molestos”.

La política española, evidentemente, no resulta un oasis a salvo de esta tediosa plaga. Sin ir más lejos, en el reciente mitin de Ciutadans en Nou Barris, celebrado este pasado 11 de junio, y al que tuve la oportunidad de poder asistir, no faltó el mentecato de turno presto y dispuesto a reventar el acto y conquistar su minuto de gloria en las redes sociales. Tontaina, en este caso, aderezado con un chorrito generoso de intolerancia y sectarismo. Vaya, la santísima trinidad en una sola persona. Un peligroso híbrido.

Porque resulta alarmante, digo yo, que existan personas que ni tan siquiera permitan que los que piensan distinto a ellos se reúnan libremente y en paz. Porque, estoy seguro, a ninguno de mis compañeros de partido, ni a un servidor, se nos ocurriría acudir a un acto de otro partido a intentar reventarlo. Porque la democracia empieza, indefectiblemente, por el respeto.

Y cabe decir, que estos zotes totalitarios que pululan por la política nacional cuentan en nuestros tiempos con dos aliados que les siguen el juego por distintos motivos. A saber: en primer lugar, ciertos segmentos de la izquierda anarquista-comunista, que sigue justificando la violencia física y verbal cuando le interesa y sirve a sus fines. Estos “necios útiles”, como es fácil deducir, les vienen de perlas para intentar imponer la ley del terror y adueñarse de las calles. Sirva como ejemplo el descerebrado que el mismo sábado que tuvieron lugar los hechos en Nou Barris, pateaba una carpa de Ciudadanos en Vallecas y amenazaba a los presentes. Y es que ya se sabe, la estupidez humana no distingue territorios.

En segundo lugar, los tontos 2.0 cuentan con la complicidad impagable de los medios de comunicación que han optado por la política-espectáculo. Que apelan a las vísceras y a los bajos instintos de su público objetivo. Memos de usar y tirar, protagonistas, por unas horas, de noticias fungibles. Fulanos capaces de cometer tropelías que puedan resumirse en 140 caracteres.

Y es que, el desarrollo tecnológico no siempre es sinónimo de progreso.

 

Sergio Blázquez (@SergioBlazquezA), és regidor de Ciutadans a Sant Cugat i coordinador de l’agrupació

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