En los años 2010 y 2013 la Unión Europea publicó a través del Joint Research Centre dos informes denominados ‘Índice de competitividad regional’. En estos informes se analiza, de manera concienzuda y apoyándose en multitud de fuentes oficiales, lo que se llama ‘competitividad regional’, y que se define de la siguiente manera: la habilidad de un territorio para ofrecer un atractivo y sostenible entorno tanto a empresas para establecerse como a ciudadanos para vivir y trabajar.
No entraremos mucho en aspectos metodológicos pero es importante resaltar que el informe agrupa en tres grandes bloques los 87 índices que utiliza para la medición:
1.- Grupo básico: Educación, Sanidad, Infraestructura, Estabilidad Macroeconómica, Instituciones
2.- Grupo de eficiencia: Tamaño del mercado, Efectividad del mercado laboral, Estado de la educación superior
3.- Grupo de innovación: Innovación, Sofisticación de los negocios, Preparación tecnológica
Vamos a empezar por los resultados globales y echaremos un vistazo a la situación de las instituciones en Cataluña.
El grupo de las diez regiones más competitivas de Europa se sitúa entre Franckfurt, Paris, Amsterdan y Londres, formando un rombo que encuadra lo que es, con diferencia, el área más competitiva de nuestro entorno, y una de las más competitivas del mundo. El nivel de desarrollo de esta zona es algo lejos de nuestro alcance en estos momentos y comprende las regiones industriales de Utrecht, Copenhague, Londres junto con Oxford y Essex, la Isla de Francia en París, Frankfurt y Estocolmo. Que algunos independentistas hablen de Cataluña como la Dinamarca del Sur da una idea de la tremenda desconexión que tienen con la realidad.
La primera región española que aparece es Madrid (puesto 57), algo que puede dar argumentos al independentismo si no fuera porque, como resalta el propio informe, es común que las regiones más competitivas sean las capitales o áreas que incluyan grandes ciudades. Por lo tanto, de algo que es lo normal, no se pueden deducir teorías sobre disfunciones, expolios o mala fe de los gobernantes, este tipo de teorías son más propias de gente que busca en las conspiraciones la explicación a la distancia que hay entre la realidad que desean y la realidad que viven. Cataluña aparece en el puesto 142, justo en la mitad de la tabla (son 262 las regiones analizadas) perdiendo 39 puestos con respecto al 2010. Afortunadamente, ninguna de las regiones peores posicionadas son españolas, algo que seguro contradice mucho al independentismo y su marketing del desastre español.
Centrándonos en la variable de la calidad de las instituciones el informe indaga en cuatro conceptos básicos: Corrupción, Gobierno de la ley, Efectividad del Gobierno y Participación Ciudadana. Es una pena que no se detallen los resultados en cada uno de estos parámetros pero ya podemos ver que otro de los argumentos independentistas se desmonta, la supuesta superioridad de las instituciones catalanas con respecto de las del resto de España queda en entredicho puesto que Cataluña está por debajo de regiones como Asturias, Galicia y la mismísima Extremadura, foco tantas veces de las iras del independentismo. De hecho, en este ranking, Cataluña empeora su posición con respecto al global y pasa a ser la 185, en la zona media baja de la tabla. Se deduce por tanto que las instituciones propias, es decir, la Generalitat, el Sindic de Greuges, el CAC, etc. hacen que Cataluña descienda en el ranking. Son las instituciones propias las que sorprendentemente hacen bajar la calidad de la región.
Es importante recalcar que la calidad de las instituciones no es un problema sólo de Cataluña, toda España tiene mucho margen de mejora ya que, a nivel país, somos los primeros por debajo de la media, es decir, somos el mejor de los peores.
La reparación y mejora de las instituciones, mediante una reforma continuada, calculada, medida, ponderada, sensata, basada en la planificación, en criterios técnicos, comunicándoselo correctamente a la ciudadanía y en definitiva, ahondando en la democracia, es algo de capital importancia. Tenemos que seguir acercándonos a los niveles de desarrollo del rombo central europeo, y para eso no valen rupturas, valen reformas.
En el próximo artículo analizaremos la estabilidad macroeconómica y las infraestructuras.
Javier Cervera es miembro de la Agrupación de Ciutadans en Sant Cugat
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