Hace unos días leía, no sin cierto estupor inicial pero con una inmensa alegría después, que, según una encuesta para la Comarca del Baix Llobregat sobre intención de voto en las elecciones municipales del próximo 24 de mayo, un 20% de los encuestados que aseguraba haber votado a CIU en el año 2011 ahora votaría a Ciutadans. Yo, que provengo del mundo nacionalista y milité activamente en las juventudes de CDC hace 10 años, decidí hace un año dar el paso y afiliarme a Ciutadans. Cada vez he ido viendo con más claridad que el nacionalismo engendrado por Pujol y CIU es una falsa ruta, un callejón sin salida que solo favorece a unas élites corrompidas y acomodadas y perjudica al conjunto de los catalanes.
Esa encuesta me hizo pensar sobre quién representa ahora la centralidad política y social catalana y el espacio catalanista en su tradición más genuina. Sin duda creo que, en estos momentos, esa centralidad y ese catalanismo conciliador y de progreso lo ocupa Ciutadans. Estoy convencido de que es mucha la gente que, como yo, no reconoce a esta CIU, hartos tanto de su corrupción endémica como también de su repentina radicalidad separatista y antiespañola.
Somos muchos los que, en su día, abrazamos el catalanismo moderado e integrador con la idea de construir una Cataluña mejor para todos. Hoy ese catalanismo y esa centralidad política ya no la ocupa CIU, y las encuestas lo demuestran cada vez con más intensidad.
Pujol, desde que ganó la Generalidad en las elecciones de 20 de marzo de 1980, desplegó un proyecto para crear una Cataluña nítidamente nacionalista, un proyecto victimista y de confrontación con el resto de españoles, utilizando para ello los recursos públicos para colonizar todas las estructuras de la sociedad civil catalana. Este proyecto nacionalista ha traído nefastas consecuencias y nos ha llevado a la situación actual en la que se cuestiona, se subvierte y se violenta el Estado de Derecho y el orden constitucional vigente de un país democrático homologado en la ONU y miembro de la UE. Lo que provoca un mayor estupor es que todo esto se esté haciendo desde altas instituciones del Estado como son el Gobierno Autonómico o el Parlamento catalán. En la Europa del siglo XXI no hay espacio para totalitarismos que se aprovechan de las instituciones y presupuestos públicos para lanzar, sin descanso, sus proclamas de odio y confrontación. La propia Unión Europea fue creada con el claro objetivo de la derrota de los nacionalismos, que tan nefastas consecuencias habían traído en la Europa del siglo XX.
Ciutadans quiere una Cataluña moderna y abierta al mundo, lejos del nacionalismo, una Cataluña de todos, donde las instituciones no tomen posiciones partidistas a través del presupuesto público ni gobiernen solo para los suyos.
Qué duda cabe que Ciutadans quiere una mejor financiación para Cataluña y el conjunto de las Comunidades Autónomas, para poder ofrecer a los catalanes y al conjunto de españoles los servicios que merecen.
Qué duda cabe que Ciutadans en aras del interés general exigirá unas mejores infraestructuras para Cataluña para que pueda ganar su futuro.
Esas medidas las queremos acompañar de profundas reformas para combatir la corrupción, conseguir la separación efectiva de poderes, un pacto de Estado para la educación a una generación vista, una profunda reforma de la Administración, y la supresión de Consejos Comarcales y Diputaciones.
Ciutadans propone un proyecto de país para construir una España mejor sin romper lo que ya funciona, una España diversa pero unida, una España que respete las lenguas y tradiciones de sus tierras, porque son lenguas y tradiciones españolas. En Ciutadans tenemos líder, tenemos proyecto y salimos a ganar el partido. Como dice nuestro presidente, nuestra meta es una Cataluña y España de gente feliz y no cabreada, y el mejor antídoto para la superación del separatismo es una España que funcione y un proyecto común atractivo. Un Presidente del Gobierno catalán, como Albert Rivera, con un proyecto de centro, profundamente reformista y moderno, rompería el mito nacionalista de España contra Cataluña.
En resumen, Ciutadans aspira hoy a ocupar la centralidad política catalana y se abre al auténtico catalanismo que no solo se pregunta qué hay de lo mío sino qué hay de lo nuestro.
Jordi Sala es afiliado de C’s Sant Cugat